lunes, 6 de agosto de 2012

Tiempo


Horas, días, meses, casi dos años perdidos.

Conversar, conversar, conversar, hablar, explicarte, entenderte, tratar de entenderte.

Aguantar el sueño y la repetición del mismo nombre una y otra vez, lo repetitivo, lo mismo siempre, las mismas razones, las mismas consecuencias, las mismas explicaciones y casi disculpas, qué pena me das ahora!. Por ahora no cuentes conmigo y digo “por ahora” porque me conozco lo suficientemente bien como para saber que ahí voy a estar otra vez o quizás no, quizás ahora si me fui por un buen rato. Cuando ese nombre se hace real no necesitas a nadie, ni a nada.

Contigo siempre todo fue más difícil de entender, de procesar, mi paciencia se multiplicó y mi tolerancia se hizo única. Ya no quiero hablar, ni preguntar, ni estar horas desperdiciando mis días tratando de explicarte cosas que nunca vas a entender porque nunca has querido entenderlas, ni gastar mi tiempo en comprender lo que quieres de tu vida, y aunque suene cuática ya no me interesa gastar mi tiempo en ser parte de tu vida, una parte que no necesitas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario