miércoles, 12 de octubre de 2011

Formas de volver a casa

El título es de un libro de Alejandro Zambra, solo tengo una mínima noción de lo que se trata, es un buen título para algo como esto.
Mi primer año de universidad, mi primer año en otra ciudad, otra ciudad muy grande y muy distinta de la que vengo, mi primer año preocupándome solo de mi, mi primer año comprándome mis cosas, administrando mi plata y comida, mi primer año sola.
Ese "sola" no es tan así, tengo la suerte de haberme ido a vivir a un lindo lugar, lo más provincia que tiene Santiago (o santiasco como le digo) con una de mis grandes amigas, eso me ha tranquilizado en ciertas ocasiones, la Feña, aquella amiga, tiene un carácter que te hace ser fuerte, es bueno vivir con ella.
Este año ha sido un año extraño, lleno de movilizaciones, marchas, luchas, cosas que ciertamente han fortalecido a este país y que además me han hecho poder estar en mi casa, porque acá en Copiapó vivo, en Santiago estudio, la de allá no es mi casa. En este lugar está todo lo que conozco, todos quienes quiero, las calles que por años he caminado, los negocios, la plaza, la gente, los cerros, el sol, el cielo de noche, las estrellas brillantes y la luna la puedo ver desde mi ventana no como allá que los edificios la tapan, como este no hay otro lugar.


Marzo fue horrible, lloraba todos los días sin excepción, sentía que no iba a poder, que no podía estar lejos de mi mamá, de mi tío, de mis abuelos, del Cristóbal, de la Yane, que simplemente no iba a poder, que era más realista si me venía de vuelta, si estudiaba acá o en La Serena,en algún lugar más cerca, en algún lugar que me gustara vivir.

Llegó abril y las cosas iban mejor, hice amigos, empecé a estudiar de verdad, me sacaba buenas notas, iba al supermercado que está cerca del departamento y compraba galletas, pan, jugos, y con la Feña tomábamos sagradamente todos los días té juntas, cuando la tarde empieza a llegar.

Mayo fue rápido y a mediados empezó todo esto que me hizo volver acá, a mi casa.

Me di cuenta entonces que esto era parte de mi historia, que tenía una fortaleza que ni yo sabía que tenía, entendí que la distancia no es capaz de decir nada cuando hay tanto amor, que mi familia y mis amigos lo van a ser siempre, aunque yo viva en China (nunca viviría ahí, los chinos me cargan)y aunque asumo que jamás me va a gustar Santiago ya se hace más llevadero.

Luego de eternas conversaciones, de llantos, de ataques de rabia por haber sido "tan poco realista", entendí que para ser quien quiero ser hay que hacer algunos sacrificios y entendí también que siempre, siempre voy a volver aquí, a mi lugar.

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